LA POESÍA ESPIRITUAL EN LAS RELIGIONES

El lenguaje espiritual en las religiones

En todos los tiempos y en todas las culturas, los seres humanos han sentido la necesidad se expresar su experiencia de la fe por medio del lenguaje espiritual. Este tipo de lenguaje trata de expresar algo que el ser humano percibe como trascendente, es decir, más allá de la realidad cotidiana y más allá de si mismo. Por ello, es habitual que el lenguaje espiritual utilice el género poético, más propenso al uso de metáforas y símbolos y al mismo tiempo, capaz de incluir una profunda y eterna sabiduría.

El Tao

El taoísmo es una de las principales tradiciones religiosas de China. Todo el pensamiento taoista gira entorno al concepto de Tao. El Tao es la realidad absoluta, la totalidad, la unidad original e indiferenciada. Es la experiencia humana de lo impronunciable, incognoscible e inabarcable.

Lao-Tzé, el autor del Dào Dé Jing, hace servir la metáfora del agua para hablar del Tao: El agua fluye: por tanto, así como el Tao fluye como un río, así el hombre sabio se deja llevar por la corriente del Tao para ser más sabio:

La Suprema Bondad es como el agua.
El agua todo lo favorece y contra nada combate.
Se mantiene en los sitios
que más desprecia el hombre
y, así, está muy cerca del Tao.
Por ello, la suprema bondad es tal,
que su lugar es adecuado.
Su corazón es profundo.
Su espíritu es generoso.
Su palabra es veraz.
Su gobierno es justo.
Su trabajo es perfecto.
Su acción es oportuna.
Y, como no combate con nadie,
nada se le reprocha.



Los Salmos

En la Biblia encontramos libros que hacen servir el género poético como en el caso del Libro de los Salmos, en que se expresa con un lenguaje simbólico, la relación entre Dios y las personas.

En el Salmo 23, Dios es comparado con un pastor que cuida con afecto a su rebaño, lo guía y le hace sentirse confiado y seguro. El autor se compara con una oveja en manos del pastor; expresa como se siente cuidado por Dios, como se siente seguro y se deja conducir por Él.

El Señor es mi pastor:

El Señor es mi pastor;
nada me falta.
Me hace descansar en verdes pastos,
me guía a arroyos de tranquilas aguas,
me da nuevas fuerzas
y me lleva por caminos rectos
haciendo honor a su nombre.
Aunque pase por el más oscuro de los valles,
no temeré peligro alguno,
porque tú, Señor, estás conmigo;
tu vara y tu bastón me inspiran confianza.
Me has preparado un banquete
ante los ojos de mis enemigos;
has vertido perfume sobre mi cabeza
y has llenado mi copa a rebosar.
Tu bondad y tu amor me acompañan
a lo largo de mis días,
y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré.

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La poesía franciscana

La figura de San Francisco de Assis significó para la iglesia católica del siglo XIII un vendabal de renovación profunda y de retorno a los orígenes del cristianismo. Los poemas que se le atribuyen, enseguida se popularizaron y reflejan una espiritualidad basada en:

La simplicidad, la austeridad y la pobreza.
La unión íntima con Jesucristo mediante la oración.
La unión con la naturaleza que nos habla de Dios.
El optimismo confiado en Dios.

Cántico de las criaturas:

Alabado seas por toda criatura, Señor,
y en especial alabado por el hermano Sol,
que ilumina y abre el día,
y es bonito en su esplendor,
y lleva por el cielo la noticia de su autor.

Y por la hermana Luna, de blanca luz menor,
y las estrellas claras, que tu poder creó,
tan limpias, tan bonitas, tan vivas como son,
y brillan en el cielo: Alabado seas Señor.

Y por la hermana Agua, preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: Alabado seas Señor.

Por el hermano Fuego, que ilumina cuando el Sol se va,
y es fuerte, bonito, alegre: Alabado seas Señor.

Y por la hermana Tierra, que es toda bendición,
la hermana madre Tierra, que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos y flores de color,
y nos sustenta y rige: Alabado seas Señor.

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