ORÍGENES HUMANOS Y COSMOGENÉTICA




Robert Charroux  (1909-1978) fue un escritor francés conocido por sus teorías sobre los antiguos astronautas, el celtismo y las civilizaciones desparecidas de Mu, Lemuria o Hiperbórea. Escribió una última carta el 15 de abril de 1978, muy poco antes de su muerte, dirigida a un amigo con notas sobre su teoría sobre la "remanante genética", que decía:


Subconsciente, inconsciente y orígenes

Psicólogos, psicoanalistas, psiquiatras, especialistas en estados mórbidos, mentales o neuróticos, fundan todo su arte en la introspección del inconsciente y del subconsciente. El inconsciente caracteriza los fenómenos que escapan a la explicación racional. El subconsciente, menos sumergido en las profundidades del ser, emerge a veces en los sueños y en los “actos frustrados”.

El inconsciente es más difícil de aprehender, ya que emana de un proceso que se remonta al origen del hombre. Es un trastero en el que están aprisionados, olvidados, ignorados, los conocimientos hereditarios míticos, imaginarios y personales. Pensamos incluso, que el inconsciente tiene sus raíces profundas en las matrices en las que se inscribieron por primera vez los caracteres hereditarios no solo de nuestra especie, sino quizás también en la materia orgánica.

Tras formas de fenómenos

Ya que el hombre es materia, energía e inteligencia, y su carácter de materia debe poder expresarse tanto como los otros. Los psicólogos distinguen tres formas de fenómenos:

El inconsciente orgánico, ignorado por el individuo.
El inconsciente psíquico: Estados anímicos y espirituales de lo que es posible tomar conciencia.
El inconsciente colectivo (según Jung), el más importante, el más profundo, inconsciente personal íntimamente impregnado de los elementos mitológicos del grupo, provenientes de la estructura heredada del cerebro. Pertenecen por tanto al inconsciente colectivo: la creencia en Dios, el nacionalismo, el patriotismo, el amor a la verdad, la necesidad de viajar más allá de las fronteras, etc. Nuestros tiempos inscriben en las matrices genéticas la creencia en los ovnis, en los extraterrestres y en el fin del mundo próximo.


Una creencia dice que, tarde o temprano, el hombre tiene que devolver su alma a Dios. Una restitución de deuda en cierto modo: se devuelve a Dios lo que nos ha prestado. En este sentido, el alma sería la parcela divina de nuestro individuo.

Para Wilhelm Reich y el doctor Timothy Leary, existe una inteligencia suprema siembra de aminoácidos el espacio intelestelar (panspermia), y que el hombre es de origen extraterrestre. Y cuando se produce la muerte física del terrícola (escribe Reich), el ADN revela su mensaje: ¿huyamos! La entidad genética abandona el planeta.

Este estudio nos conduce hacia la hipótesis panteísta, que no siempre se toma en consideración: la materia íntima del Universo (de Dios) y una "pseudocreación" son de naturaleza idéntica, como emana del saludo iniciático de los hindús: “Namaste”, que significa “el Señor que está en mí saluda al Señor que está en ti”. Es Dios en todas partes, en todo, Dios-Todo.


Materia-inteligencia-vida-universo-Dios

Así, la aparición de la inteligencia de la materia estaría incluida en toda la eternidad, sea cual sea el estado en que se disimule esa materia. Igual que, sea cual fuere la forma en que lo mineral pase a lo “vivo”, lo cierto es que el proceso está decidido, programado, y que las interacciones tendrán lugar inevitablemente. Las combinaciones psíquico-químicas o electrónicas no son, en realidad, sino las manifestaciones de la voluntad de la inteligencia del Dios-universo.

Orígenes cosmogenéticos y remanante genética

Cuando Sigmund Freud y Carl Jung hablan de psicoanálisis o de inconsciente colectivo, hacen una exploración cosmogenética que se remonta a la elaboración del código genético y a las matrices donde han sido modelados los “caracteres de imprenta” que revelan el nombre del individuo: su persona y su sombra (es decir, el yo que se “exhibe”, el que se muestra, más el yo secreto).


El hombre, como todo lo que existe, es un complejo de espacio, de tiempo, de Dios, de energía, de inteligencia, de azar y de necesidad. El niño, al nacer, ya es un viejo de miles de millones de años, y su currículum vitae comprende un momento memorable para siempre: aquél en el que fueron elaboradas las matrices del código genético de su especie.

Los grandes sentimientos humanos, los impulsos, las creencias, pertenecen al inconsciente colectivo, lo mismo que los acontecimientos, los rechazos, las incomodidades psíquicas y los transtornos de carácter son emergencias del plan primitivo, impregnaciones que se han borrado mal de la banda magnética primordial.