Los documentos de Qmran muestran el interés de los esenios por el templo, el culto y la ciudad santa, como se evidencia en un fragmento redactado en arameo, entre los años 30 y 1 a. C., de carácter visionario y apocalíptico, al que se le ha dado el título de Descripción de la nueva Jerusalén.
Los esenios se opusieron al liderazgo del Templo y de su sumo sacerdote. Condenaron y criticaron a los Sumos Sacerdotes que los Reyes de Judá imponían. Como respuesta a esta situación los esenios de Qumrán predijeron en sus escritos la reunificación de las doce tribus de Israel, que juntas, lucharían contra los opresores romanos para finalmente restablecer la verdadera adoración. Los textos se centran en las doce puertas y las dimensiones de la nueva ciudad. Las puertas que se mencionan simbolizarían para el autor las doce tribus de Israel.
Se describe la ciudad en la consumación o fin de los tiempos (tras la llegada del Mesías), concretamente del templo futuro, del que se dan las medidas que ha de tener y las disposiciones relacionadas con la liturgia en el nuevo santuario. El edificio del templo aparece en una visión atribuida a un personaje celeste, posiblemente un ángel, junto con el mobiliario litúrgico y los actos de culto que se realizan en él. El ángel mide los bloques de casas, de puertas, avenidas, calles, salas de comedores, y escaleras de la Nueva Jerusalén. Probablemente, el texto se haya inspirado en la visión del nuevo templo de Ezequiel (40-48) y a su vez fuera la inspiración para la majestuosa descripción de la Jersusalén nueva del Apocalipsis (21).
Mientras que en Qumrán se predicaba la renovación y el fortalecimiento del culto espiritual en el Templo o fuera de éste, en Apocalípsis, en cambio, en la Nueva Jerusalén, no hará falta ningún santuario construido, pues su Templo es el Señor Dios Todopoderoso (Apocalipsis. 21:22).
Traducción parcial del texto
“Igualmente me mostró las medidas de todas las manzanas. (...) Y la anchura de las calles que van de sur a norte: (...) Él midió su anchura: trece varas y un codo, noventa y dos codos. Todas las calles de la ciudad están pavimentadas con piedra blanca, alabastro y ónice.”
“Me mostró asimismo todos los barrios, de dimensiones iguales. Entre barrio y barrio una calle de seis cañas, o sea cuarenta y dos codos de ancho. (...)”
“... Y la calle del medio pasa por el medio de la ciudad, sus medidas de anchura trece junquillos y un codo, igual a doce codos. Y todas las calles de la ciudad están pavimentada con piedra blanca, mármol y jaspe.”
“Largo de las casas: tres varas, veintiún codos; y su anchura: dos varas, catorce codos. Y lo mismo todas las habitaciones. Su altura es de dos varas, catorce codos. Su puerta está en el medio (...)