Egdar Cayce fue un importante psíquico. Ha llegado a ser considerado como uno de los mayores de las místicos de Estados Unidos. Tenía facultades de clarividencia y percepción extrasensorial.
Trances, lecturas y sanación
Entraba en estado de trance hipnótico durante sus llamadas “lecturas” (readings) y respondía a las preguntas que se le formulaban. Al principio las lecturas se referían a la salud física del individuo. Mucha gente lo visitaba para buscar ayuda a sus dolencias. Luego, los consejos se diversificaron y se relacionaban con las vidas previas, las interpretaciones de sueños, los fenómenos psíquicos, la salud mental, la meditación, el rezo, el desarrollo espiritual y el comercio. Además, solía ocuparse del tema de la Atlántida. Investigó el asunto de la reencarnación por medio de “regresiones” a vidas pasadas. Veía las causas de la enfermedad que a veces, se remontaban a reencarnaciones lejanas. Enseñaba cómo disolver el karma pendiente. Los tratamientos sugeridos eran variados: medicinas, masajes, hidroterapia, ejercicios, hierbas y remedios naturales en general.
Se dice que Cayce era un hombre muy sencillo, sin apenas formación cultural, que cuando dormía era capaz de recetar la solución médica de cualquier enfermedad, desde que a la edad de cinco años cayera en coma a causa de un pelotazo. También era conocido como el Profeta Durmiente. Para él lo más importante era su dedicación al trabajo social (la mayoría de sus “lecturas” las realizó para personas que estaban enfermas) o la religión cristiana (fue miembro de una iglesia protestante). Se ganaba la vida como fotógrafo, pero recibía también modestas donaciones que lo ayudaban, ya que no cobraba nada por sus tratamientos y consultas. El ARE (Asociación para Investigación y Aclaración) actualmente conserva todas las lecturas.
Sus profecías sobre el futuro del mundo están en la línea de otros célebres profetas y determinadas culturas antiguas: Desastres y calamidades si la humanidad no reacciona a tiempo.
Documental sobre la vida y las predicciones de Edgar Cayce