ORIGEN DEL MITO DE LEMURIA Y MU EN OCCIDENTE

En 1.830 el zoólogo inglés Philip Slater descubrió los lémures, unos prosimios arborícolas sólo vivían en Madagascar y en Birmania. Esto le llevó a plantear la existencia en la era terciaria de un gigantesco continente (Lemuria) en el Océano Índico, que habría servido de puente terrestre para estos animales lo que podría explicar el hecho de que hubiera lémures, o parientes cercanos, tanto en la India como en el sur de África.

Sus ideas fueron más o menos aceptadas por los científicos de su época (además aún faltaba mucho para que se elaborara la teoría de la deriva continental) y hubo alguno que incluso situó en el hipotético continente la cuna de la Humanidad. En un siglo donde existía una enorme afición por la magia y el esoterismo, la posibilidad de que el género humano descendiera de una raza extinguida en tiempos remotos excitó la imaginación de bastantes especialistas.


La hipotesis del continente perdido fue introducida y difundida en Occidente por Madame Blavatski, espiritista y fundadora de la teosofía, que publicó en 1.888 La doctrina secreta, obra según ella inspirada en los relatos de un viejo sabio indú y en la cual describe la civilización de superhombres que habitaron Lemuria antes de su desaparición bajo las aguas del Índico.

Su sucesor en este tema, en los años 20 del siglo XX fue el coronel del ejército británico James Churchward, quien afirmaba haber sido iniciado por un lama tibetano en el secreto del imperio de Mu. En esta ocasión el continente perdido, al que también llamaba Lemuria, estaba en el Océano Pacífico y lo habitaban 65 millones de lemurianos.

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