COSMOGONÍA JUDEOCRISTIANA

El origen del mundo está presente en el Génesis (el primer libro de la Biblia), que relata cómo el dios Yahvé empezó a crear el mundo "en un principio". En el texto original no aparece mención explícita a un proceso de creación partiendo de la nada. La creación es un proceso que tiene lugar por separación: la tierra de los cielos, la tierra de las aguas, la luz de la oscuridad. Es decir, se procede por separación de componentes partiendo del caos primigenio.

Existe un relato de la creación más antiguo llamado Yahvista, así llamado porque proviene del nombre que recibe el Dios de Israel, es decir, Yahvé; mientras que el más reciente es el Elohísta, denominado ''Código sacerdotal'', para eludir así el espíritu original del judaísmo que aflora en los textos que contiene. 

En el texto Yahvista se incide en el origen del mal más que en el origen del mundo. En este sentido se ha señalado que la creación yahvista está articulada en torno a la separación de categorías, la idea de mal estará consecuentemente asociada con lo que rompe o se opone al límite de dichas categorías. El mal estaría asociado con la falta de forma, con la desaparición del límite. 

Por eso en general, las narraciones cosmogónicas no solo representan una configuración del Universo, desde el punto de vista de lo que es y existe, como sustancia de los fenómenos (visión ontológica), sino que de ellas también se derivan ciertas necesidades éticas para la preservación en la unidad del mismo.

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