LOS ESENIOS Y LA MISIÓN DE JUAN BAUTISTA

Juan, el Bautista

Juan era un hombre áspero y fogoso, y predicaba en el desierto: "Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado". Los habitantes de Jerusalem acudían temerosos. Y él los bautizaba en la corriente del río Jordán, previa confesión de sus pecados. Los sacerdotes se alarmaron y fueron enviados emisarios con el fin de averiguar quién era y que quería aquel desconocido que obraba como un profeta. ¿Tú quien eres?, le preguntaron. Y Juan contestó: Yo soy la voz que clama en el desierto: preparad el camino del Señor, como dijo Isaías, el profeta.

Juan y los esenios

Con estas palabras había definido su misión, que era la de crear un ambiente adecuado y un clima de comunidad, para la llegada del Mesías, que había de ser el Salvador del mundo.


Juan el Bautista era un enviado de los esenios, de los "religionarios de la nueva fe" como los llamó un autor. Constituían una sociedad secreta, establecida en las orillas del Mar Muerto, donde vivían en comunidad de propósitos y de bienes, observando la más estricta pureza de costumbres y una forma ascética de vida. Josefo, el historiador judío, afirmó que la base de esa comunidad no era el lazo de sangre sino el celo en la virtud y el amor a la humanidad.

Era una de las sectas de la antigua comunidad judía, junto con los saduceos y fariseos. pero mientras que éstos últimos se habían hundido en el materialismo y perdido así la percepción espiritual, ellos se conservaban puros y se mantenían fieles a la sabiduría de los Misterios.
 
Con el fin de preservarse de la contaminación del mundo, habitaban en el desierto, dedicados exclusivamente  a la vida del espíritu. Veneraban al sol como símbolo de la luz y del fuego, la fuente de las cuales creían que era Dios.

En el Manual de Disciplina (uno de los más importantes manuscritos descubiertos en 1947 en las cuevas de Qumram, cerca del Mar Muerto) se aprecia que habían tenido contacto con un Cristo Cósmico (situado en el corazón del universo creado y material). En este libro se lee: "Por su conocimiento todo ha sido hecho. Y todo lo que es, lo estableció por su propósito, y aparte de él, nada es hecho".


San Juan, posteriormente registra la versión de la misma verdad con las palabras: "Todas la cosas por Él fueron hechas y sin Él nada de los que es hecho, fue hecho".

Los esenios, entre los primeros cristianos

Los esenios eran un grupo minoritario (cuatro o cinco mil individuos), y se abstenían de participar en los asuntos del mundo para servir mejor a las demandas espirituales de sus tiempo, es decir la preparación del camino del Señor.

Estuvieron de hecho entre los pueblos fundadores de la religión cristiana, y aunque fueron ignorados por muchos, constituyeron un factor preponderante en la realización del mencionado plan divino que venía desarrollándose sin interrupción a lo largo de un pasado antiguo.

Cuando Jesucristo fue condenado y ejecutado, los esenios fueron objeto de una implacable persecución y desaparecieron como movimiento organizado, pero la Iglesia primitiva les absorvió. Se les conoció entonces como cristianos; cambiaron el nombre pero su carácter y su misión permanecieron, persistiendo en la sublime vocación de servir a los propósitos del señor de la Luz y del Amor.