MITOS DE LA CREACIÓN DE AMÉRICA DEL NORTE

En el pasado, se creía que la religión y la mitología de los indios norteamericanos era totemismo primitivo, y que su gente era poco más que salvaje. Esto no era así y a pesar de la destrucción de las razas indias autóctonas por parte de los blancos, todavía se conserva gran parte de la religión, del mito y de la magia de los indios.


Mitología del ártico

Los Inuit. En el origen del mundo, solo había un hombre y una mujer, ningún animal. La mujer pidió a Kaila, el dios del cielo, que poblara la Tierra. Kaila le ordenó hacer un agujero en el hielo para pescar, sacando del agujero todos los animales. El reno fue el último. Kaila le dijo que el reno alimentaría a su pueblo. El reno se multiplicó y los humanos pudieron cazarlos, comer su carne, tejer sus vestidos y confeccionar sus tiendas. Pero elegían los renos más bellos y grandes, hasta que les quedaron los débiles y los enfermos. La mujer se quejó a Kaila. Él la reenvió al hielo y pescó el lobo, enviado por Amorak, el espíritu del lobo, para que se comiera a los animales débiles y enfermos con el fin de mantener a los renos con buena salud.

Mitología de los indios de bosque

La cosmología de los indios del bosque es parecida a la del mito griego, romano o celta. Podría darse una conexión entre la cultura americana indígena y la de Europa y el Mediterráneo en el este, a través del océano Atlántico. Según el profesor Barry Fell y otros hubo gente en la antigüedad que cruzó el océano. Las estructuras pétreas e inscripciones halladas en América sugerirían que hubo asentamientos célticos en la costa oriental del continente hasta el primer siglo a. C. Aparte estas conexiones, los indios norteamericanos conservaron una cosmología tradicional compartida básicamente en todo el mundo, que incluye conceptos de espacio, tiempo y de fuerzas y entidades creativas y destructivas, que están realmente muy alejados de la superstición primitiva.

Algonquinos. Algunos historiadores los proponen como el primer pueblo americano que entró en contacto con europeos, y serían los exploradores vikingos (que llamaron a estos nativos skraelling) quienes habrían sido desterrados de su pueblo; este encuentro pudo haberse dado en Terranova, en el siglo XI.

La cosmología de las tribus algonquinas, utiliza el modelo de las Cuatro Direcciones y de los Cuatro Elementos. Hay cuatro mundos o dimensiones superiores, reflejados por cuatro inferiores. Se trata de la metafísica esférica de la mitología de la creación en general... una propiedad de la conciencia humana que busca aproximaciones intuitivas al Ser. 

Cuatro entidades espirituales habitan las Cuatro Direcciones: Norte es la morada de un espíritu de Invierno, conectado con la caza y los animales. El Sur es el de un espíritu de Verano, asociado a las cosechas y a la fecundidad. Oeste es el dominio del agua y de las lluvias. El Este proporciona la luz del sol y el resplandor. Estos son conceptos relacionados con los Cuatro Elementos de Aire y Primavera (Este), Fuego y Verano (Sur), Agua y Otoño (Oeste), y Tierra e Invierno (Norte). Las nubes son el dominio de seres de viento y trueno, mientras que las que están más arriba son el Sol y la Luna. Más arriba aún están las estrellas vivientes. El planeta Tierra, o el País de abajo, está representado por una diosa Madre.

El Tiempo está controlado por el Pájaro Trueno. Este pájaro mítico, cuyos aleteos son los estallidos del trueno y cuyos ojos irradian relámpagos, se encuentra en la mayoría de las leyendas indias.

Como en muchas mitologías, las zonas y entidades de creación están vinculadas por animales específicos, que actúan como intermediarios entre los seres humanos y otras dimensiones y seres, mientras que los reptiles o serpientes y los peces constituyen el vínculo con el mundo subterráneo.

El Gran Espíritu o Kitcki Manitú es un Ser espiritual transcendente no creado. Su criatura totémica es un gran pájaro blanco, enviado como mensajero a la humanidad. Es el generador de la vida, presente en todas las cosas a través del movimiento de las cuatro alas; se pone de manifiesto en la luz del Sol, que es a un tiempo una deidad y una forma representativa de un principio trascendente de Luz. 

Los indios arapaho describen el Kitcki Manitú el antepasado que antes de que el mundo fuera creado, deambulaba por terreno acuoso, llorando, buscando el lugar donde la tierra emergiera. Llamó al agua, los pájaros y los reptiles, para que le ayudaran. La tortuga localizó la tierra firme debajo de las aguas cósmicas, y los pájaros acuáticos trajeron el barro en sus picos. Kitcki Manitú secó este barro en su pipa, y así, hizo el mundo manifiesto. La ceremonia india de fumar la pipa en comunidad es una recreación ritual del mundo, un drama o ceremonia mítica de regeneración y unidad.

Los Selish. Son una  de las naciones indias más antigua. Su mitología de la creación, como otras, define tres mundos: los cielos, la tierra (o país) y el mundo subterráneo. Atravesando el centro de los mundos o planos hay un gran poste o árbol-mundo. En un sentido estelar físico, se refiere a las alteraciones en la órbita planetaria que provocan cambio en los patrones de estrellas observados en el firmamento. Dicha alteración puede ser lenta y establecida, como es el caso de los Equinoccios, o puede ser de una naturaleza repentina y catastrófica, como en las tradiciones de continentes que desaparecen, de grandes diluvios y de otros cambios poderosos producidos por la colisión planetaria con cometas, y demás.

La deidad última de los selish es Amotken, sabio y benevolente, creador de todas las cosas. Su mensajero es Coyote. Arnotken hizo cinco seres femeninos con el pelo de su cabeza, y les preguntó qué deseaban. Una se convirtió en la madre del bien. Otra en la madre del mal. La tercera en la madre de la tierra, y la cuarta en la madre del fuego. La quinta se convirtió en la madre del agua. 

Los Zuñi. El creador original era una deidad bisexual o trascendente, Awonawilona, que emitió mediante brumas y corrientes de humedad. Con el tiempo, la Madre Tierra, y el Firmamento Padre, se separaron del mar primario y del limo, haciendo el mundo creado. La Madre Tierra tenía un vientre cuádruple, dentro del cual se formaban protoseres; de uno de los vientres salió el primer humano, Poshaiyangkyo. Imploró a Awonawilona para que liberase a las criaturas que estaban en el vientre de la madre; en respuesta creó una pareja de gemelos inmortales que dividieron la sustancia de la tierra con rayos y que entraron en el cuádruple vientre primario. Los seres que sacaron a la luz poblaron la tierra firme, pero los que se quedaron atrás se convirtieron en monstruos.

Mitología de los indios de las praderas

Estos indios cultivaban la tradición del Gran Espíritu, un ser supremo y creador, a menudo llamado el Gran Misterio. Los indios pawnee llamaban a este ser Tirau'a, el Arco del Cielo. Al creador se le imaginaba como luz, altura, vida y energía. Los indios sioux llamaban al Gran Espíritu Wakonda, del que emanaban dioses y diosas inferiores como el Sol, la Luna, la Estrella Matutina, los Elementos y el Trueno.

Un mito Pawnee de la creación. El Gran Espíritu Tirawa y su consorte Atira estaban en el firmamento estrellado. Los poderes inferiores se sentaron a su alrededor en un círculo, y Tirawa dijo: "Os concederé a cada uno de vosotros una parte de mi poder y una función en los cielos, y crearé el género humano que estará bajo vuestra protección."

El Gran Espíritu ubicó en el este el Sol, para la luz y el calor, y en el Oeste a la Luna, para que iluminase la oscuridad de la noche, y a la Estrella Vespertina, para que fuese la madre de todas las cosas creadas. A la Estrella Matutina la colocó en el Este, para garantizar que ninguno se quedase atrás cuando fueran enviados al Oeste. El Gran Espíritu envió a continuación nubes, vientos, truenos y relámpagos hacia la Estrella Vespertina para comenzar el proceso de creación.

Cuando el firmamento se oscureció con el trueno y se llenó de agua, viento y relámpagos, Tirawa dejó caer una piedra sobre el manto de nubes, que reveló un vasto espacio de agua. Los cuatro poderes golpearon el agua con sus mazas y separaron las aguas de la tierra.

Tirawa ordenó a los dioses que cantaran para alabar su creación, y el sonido de sus voces reunió a los elementos, las nubes, el trueno, el relámpago y el viento, generando una tormenta terrible, que hizo que la tierra se dividiese en montañas y valles. Luego, los cuatro poderes cantaron en honor de los árboles y de las tupidas praderas, y se generó una segunda tormenta, que hizo a la tierra verde y la cubrió con árboles y plantas. Cantaron por tercera vez, y el agua procedente de la tormenta llenó los ríos y los arroyos. Al cuarto cántico, brotaron las semillas y germinaron.

Entonces Tirawa ordenó al Sol y a la Luna que se emparejaran, y concibieron un hijo, y a la Estrella Matutina y a la Vespertina que se emparejaran, y concibieron una hija. Estos hijos fueron colocados sobre la Tierra, y los dioses les enseñaron los secretos de la naturaleza. La Estrella Luminosa enseñó al hombre el ritual del sacrificio, y se convirtió en el primer jefe sobre todos los demás hombres y mujeres que fueron creados, y les enseñó todo su arte y conocimiento. Levantaron un gran campamento circular, trazado de acuerdo con el orden del cielo, como un reflejo o memoria de la creación del mundo.