En Egipto, la pirámide era una sepultura regia monumental. ¿Sucedía igual con los mayas?
El caso de Palenque
El fabuloso descubrimiento realizado en Palenque en
1952 por el arqueólogo mexicano Ruiz Lhuillier, podría hacerlo suponer. Tras
haber puesto al descubierto un pasadizo secreto que conducía a una escalera
abovedada, el arqueólogo llegó a una
suntuosa sala funeraria, cuyos muros estaban adornados con bajorrelieves de
estuco. En el centro de la cripta descansaba un sarcófago de piedra con la tapa
enteramente esculpida. Es la pirámide llamada ”de las inscripciones”, se levantaba
a una altura de 24 metros sobre la tumba de Pakal el Grande, que a su vez se hunde 2 metros bajo el
nivel del suelo. La disposición de la sala funeraria, la masa de piedra del
sarcófago, no transportable en un pasillo y una escalera demasiado estrechos, prueba que esa pirámide fue construida en función de una tumba real.
Pirámides y templos
Pirámides y templos
Pero, por otra parte, intensas búsquedas
arqueológicas en numerosos sitios, prueban que Palenque es un caso excepcional y que las pirámides mayas servían, ante todo como soporte de templos.
En Uaxactún (imagen izquierda), es posible descubrir su origen: un terraplén
sobre el cual los indios elevaron primitivamente un simple templo de madera con
techo de bálago (paja larga de los cereales); esa ligera elevación bastaba quizá para situar los lugares
sagrados a resguardo de las inundaciones. Es posible que los
mayas desearan que el templo que dominase a las otras viviendas, lo cual puede
comprobarse por lo general en todo entero. Esa noción de ascenso, de
verticalidad, asociada a los templos, trajo elevación de los
terraplenes primitivos para hacer de ellos, finalmente (según el investigador Pierre Ivanoff), gigantescas pirámides, como la de Tikal, que mide 50 metros de
altura.
Esas elevaciones recuerdan a los zigurats de Oriente
(Mesopotamia), del IV milenio antes de nuestra Era. De no existir esos 4.000 años
de distancia, cabría admitir la seductora teoría de los difusionistas y hasta
la de los mormones, quienes afirman que los mayas descienden de una de las 12
tribus de Israel.
Materiales para la construcción
Los sumerios tuvieron más dificultades que los hombres de
Petén (Guatemala). Tuvieron que cocer millones de ladrillos y ensamblarlos con betún, para
construir los pedestales gigantescos de sus
maravillosos templos. Los amerindios no tenían estos problemas. Habían descubierto de la mezcla llamada mortero mucho antes de la Era cristiana, al principio mismo de sus realizaciones arquitectónicas. Puede decirse que el mundo maya descansa literalmente sobre un lecho
calcáreo, y los indios probablemente descubrieron la cal antes de pensar en la
arquitectura. Primero mezclaron la cal con el agua donde cocían su maíz. Para obtener cal, trituraban las piedras calizas y las hacinaban sobre
una voluminosa pila de leña. La combustión se hacía lentamente: liberadas
mediante la cocción, de su gas carbónico, las piedras se desmoronaban por
efecto de la humedad matutina y producían una cal blanca que amasada con
gravilla, daba el mortero.
Núcleo y escaleras
El corazón de la pirámide, el núcleo, era una amalgama de piedras y
arcilla fuertemente comprimidas. Consolidados por el cemento, sus
revestimientos, permitían audacias de construcción. Cuanto más se elevaba la pirámide hacia el cielo,
más apretado era el núcleo y más espesos los revistimientos. El arte de la
escalera se desarrolló paralelamente a aquel impulso hacia lo alto, y los
peldaños pronto no pudieron ser disociados de las construcciones.
Bóveda y cima
Los mayas jamás demolían sus antiguas pirámides. Las recubrían, construyendo encima; eso explica la progresión vertical de sus monumentos. Al principio, el templo en lo alto de la pirámide era una simple choza. Con el tiempo se transformó en edificio de piedra. La aparición de la bóveda, proviene, quizás, del deseo de reproducir en piedra el espacio interior del primer templo, a su vez, imagen de la choza familiar de techo cónico. En la cima del templo se elevaba una imponente cresta decorativa, pared escalada y muy adornada, cuya altura rebasaba a menudo la del edificio.
El interior
Pero las salas interiores siguieron siendo angostas, oscuras,
poco ventiladas ¿No sabían los arquitectos utilizar los materiales de que
disponían? ¿Demasiado respeto a las formas preexistentes, muy impregnadas de significación mágica? Los mayas tenían el vocablo áctun para
designar el interior de un templo y la caverna ¿Fue inspirada esa relación por
la similitud de luminosidad y de atmósfera de ambos sitios? ¿O bien el interior
del templo representaba verdaderamente la caverna y toda la significación
simbólica que esto implica?
Posiblemente, algún día, un análisis detenido de todos lo elementos
conocidos de la civilización maya nos permitirá responder a muchas preguntas
o quizás tengamos que esperar algún descubrimiento para saber cómo se
produjo el ocaso del pueblo maya y que representan realmente las pirámides.