PREHISTORIA Y RELIGIÓN



Los primeros seres humanos vivían de la caza, la pesca y la recolección de plantas y frutos silvestres. Para ellos eran muy importantes las fuerzas de la naturaleza, como el sol, la lluvia, las tempestades o el viento, ya que condicionaban su alimentación y su superviviencia. Este es el origen de la creencia en espíritus o dioses presentes en estos acontecimientos naturales. Poco a poco fueron creyendo no sólo en estas divinidades presentes en las fuerzas de la naturaleza, sinó también en un Ser Superior más lejano: en la Divinidad, una Presencia que era más difícil de entender.  Los primeros humanos buscaron una explicación a los misterios del ciclo de la vida (nacimiento, crecimiento, subsistencia, la reproducción y la muerte). Buscaron la protección de la divinidad para tenerla cerca en los momentos importantes de la vida. Para relacionarse con este Ser Superior y obtener su beneficio, se sirvieron de ceremonias y rituales en lugares sagrados.

El culto a la Vida


En la Prehistoria existen dos grandes preocupaciones: la fertilidad y la supervivencia. El culto a la fertilidad se centra en las venus, que son figuras de piedra que representan mujeres de vientre, cadera y pechos muy pronunciados. Simbolian la fertilidad humana y también la de la Tierra (en la imagen Venus de Laussel, Francia).

El culto a la supervivencia se expresa en las pinturas rupestres que podrían responder a la idea mágica de favorecer la caza.

Culto a los muertos

El hombre primitivo tuvo muy presente la muerte. Los entierros ofrecen numerosas pistas sobre las creencias religiosas de nuestros antepasados. A partir del Paleolítico Medio, la disposición de los cuerpos y de las ofrendas en torno a éstos nos permite pensar que el hombre primitivo creía que había otra vida después de la muerte.

El primer arte de la Humanidad aparece en la etapa de la historia llamada Paleolítico Superior, que comprende entre los 30.000 y los 8.000 años a.C.